El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, sorprendido por una protesta del grupo feminista Femen, el pasado septiembre. En vídeo, declaraciones de Rivera en un acto en Albacete el pasado 17 de abril. Daniel Pérez EFE | Vídeo:EPV

Lindsay Gault, de 36 años, descubrió su vocación a los 12, leyendo un artículo sobre mujeres que se embarazan para terceros. “Me prometí a mí misma que si era capaz de tener hijos, apoyaría a quienes no pueden. Para mí, ayudar a otros era un sueño”, explica por videollamada desde la provincia de Alberta, al oeste de Canadá. Dice que siempre quiso ser madre. Tiene una hija de nueve años y ha dado a luz a otros dos bebés, uno para una pareja francesa y otro para una británica. Entre sus amigos y conocidos, afirma, nunca ha recibido una reacción negativa por gestar al hijo de otros. Al revés. “Mi hija me dice que cuando crezca quiere ser gestante, porque ve lo asombroso que es”. El último parto, en enero, casi le cuesta la vida. A las 29 semanas de embarazo le detectaron una complicación seria. Empezó a sangrar. Los médicos lograron retrasar el parto hasta el octavo mes y el bebé nació respirando por sí mismo, pero a ella le tuvieron que extirpar el útero. Ya no podrá volver a quedarse embarazada, aunque ha encontrado una manera de seguir: “Acabo de abrir mi propia agencia para ayudar a más parejas a ser padres”.

Gault habla con naturalidad de esa mala experiencia, que quedó eclipsada cuando vio al bebé al que había dado a luz en brazos de la pareja londinense. “Tenían el sueño de ser padres y verlos abrazar a su bebé es un sentimiento increíble”, explica. Canadá no tiene un registro oficial del número de niños que nacen mediante esta práctica en su territorio. Pero el país norteamericano se ha convertido en un importante destino internacional de los vientres de alquiler bajo el llamado modelo altruista. La idea es que una mujer se someta a un tratamiento hormonal, asuma todos los riesgos del embarazo y el parto y entregue al bebé a personas que,

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