Rosa Tejados, funcionaria del Gobierno de Aragón, de 36 años, salía ayer con un voluminoso sobre del hospital de Teruel, el Obispo Polanco. “He venido a recogerla porque como nos hemos quedado sin especialista en Reumatología, tendré que ir a Zaragoza a que me vean y me han pedido que la lleve. Tendré que perder un día de trabajo y hacer 350 kilómetros entre ida y vuelta en mi coche. Y no es solo en este servicio: para hacerme una resonancia tuve que esperar un año y dos meses”. A su lado, su compañera de trabajo Magdalena Pozos, de 56, se quejaba de lo mismo: los cortocircuitos que las continuas desapariciones de especialistas médicos, que se marchan a otros lugares de España, provocan en la atención sanitaria en Teruel, la segunda provincia con menor densidad de población de España, nueve habitantes por kilómetro cuadrado. “Yo me rompí un hueso del pie y al ir a la consulta me encontré con que estábamos citados 55 en una mañana, con lo que era entrar y salir. Aunque te quieran atender mejor, no pueden”, decía Pozos.

El malestar por este motivo reunió el domingo en Teruel, un municipio de 35.000 habitantes, a 10.000 personas, según la policía local, en la conocida plaza del Torico. Un problema que el Gobierno de Aragón está intentando paliar con medidas como la mayor oferta pública de empleo de la historia de su servicio de salud, 9.326 plazas, e incentivos para los profesionales que acepten quedarse en las plazas de difícil cobertura. Contrarrestar la escasez de médicos es, sin embargo, un problema que excede a la comunidad autónoma y afecta a casi todos los territorios de España, especialmente del interior, afirma una portavoz del Departamento de Salud, que recuerda el último informe del Ministerio de Sanidad que cifra en 4.000 especialistas el déficit en toda España.

El Obispo Polanco tiene problemas de personal en cuatro de sus 33 servicios, admite el Departamento de Salud: Otorrinolaringología, Reumatología, Obstetricia y Análisis Químicos y Bioquímica.

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