Ante un diagnóstico de cáncer, la alimentación no es, ni en sueños, lo más urgente. Lo prioritario, lo inaplazable, es seguir las instrucciones del oncólogo, que utilizará las terapias más eficaces disponibles en la actualidad para tratar la enfermedad. Como quizá alguien piense que el par de frases que acabas de leer se contradicen con lo expresado en capítulos anteriores, vamos a insistir en una idea central de este libro: el cáncer no se trata de la misma manera que se previene. Tampoco tratamos las consecuencias de un resbalón, de un accidente de tráfico, de un cortocircuito o de un incendio con las mismas estrategias que usamos para prevenirlos.

Dieta y cáncer

No, la dieta no cura tumores

De hecho, el incendio nos sirve para entender la llamada “falacia de lo natural”. Muchísimas personas prefieren tratamientos “naturales”, pero en la inmensa mayor parte de casos, tales tratamientos no han mostrado pruebas de efectividad y seguridad. Es decir, no sabemos si funcionan ni tampoco si provocan efectos adversos, por lo que es mejor decantarse por lo “no natural”. Un incendio en el bosque (que puede ser provocado por fenómenos naturales, como una tormenta eléctrica), ¿lo tratamos con métodos “naturales”? No, recurrimos a la tecnología, en este caso: a equipos de bomberos con trajes ignífugos, bombas que dispersan el agua, cálculos matemáticos que permiten predecir la evolución del incendio, conocimientos de meteorología para valorar el estado del tiempo (humedad, viento…), hidroaviones equipados con modernos dispositivos, etc. En palabras del oncólogo Suneel D. Kamath:

“El cáncer es natural. Los mejores tratamientos para el cáncer no lo son […] Debemos centrarnos en tomar decisiones que de manera realista tengan el mayor número de posibilidades de ayudarnos. A veces, la opción antinatural es la mejor”.

Es cierto que cada vez se diagnostican más cánceres (somos más, vivimos más años, los métodos diagnósticos son más eficaces…y también seguimos estilos de vida muy mejorables) pero también lo es que en los últimos 40 años se ha duplicado la supervivencia frente esta enfermedad.

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