La mañana del 7 de enero de 2018, cuando los funcionarios de la prisión de Asturias hicieron el recuento de reclusos se encontraron al preso Gonzalo Montoya inconsciente, rígido y con hipotermia. Los médicos del centro penitenciario lo dieron por muerto y los servicios funerarios lo trasladaron al Instituto de Medicina Legal para practicarle la autopsia. Cuando iban a colocar la bolsa que contenía su supuesto cadáver sobre la mesa, esta comenzó a moverse. Montoya estaba plenamente consciente y muy agitado: casi no podía respirar. Tras su resurrección (había sufrido una sobredosis) Montoya regresó a la prisión para cumplir la condena pendiente por robo de chatarra y en agosto quedó en libertad. Ahora ha vuelto a ser detenido por el mismo delito que lo mantenía encerrado cuando “falleció”: un robo con fuerza en un taller de Meres, en el municipio asturiano de Siero.

El “preso resucitado” fue arrestado el lunes por la Guardia Civil en una operación en la que también fueron detenidos su esposa y otra pareja. El dueño de un taller de automóviles había denunciado la sustracción de material de aluminio y de cuatro ruedas y llantas de un vehículo marca BMW que estaba reparando, informa Europa Press.

Mientras su abogado gestionaba la petición a la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias de una indemnización de 50.000 euros por los perjuicios físicos y psíquicos causados a él y a su familia, Montoya volvía a ser detenido.

Su abogado lleva adelante la petición de indemnización, convencido de que fue dado por muerto debido a la falta de comprobación “médica y técnica” necesaria ya que, sostiene, “un simple electrocardiograma” o una monitorización de su función cardíaca habrían permitido descartar de inmediato su muerte. Pero el futuro inmediato del resucitado está pendiente de las diligencias que practica un juzgado de Siero.

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