Si eres de esos a los que les gusta plantearse objetivos personales, es posible que te interese saber que, según la ciencia, no todos nuestros sueños nos hacen alcanzar la felicidad. El camino para llegar hasta ella no siempre es el más directo. La profesora Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de California y una de las grandes expertas en la materia, concluyó que nuestros retos deben reunir seis condiciones para que se conviertan en satisfactorios y duraderos.

1. Intrínseco. Un objetivo intrínseco es aquel que resulta valioso para uno mismo, nos permite crecer como persona o aporta algo positivo a terceros. Por eso estudiar un tema que disfrutamos, mejorar nuestra paciencia o inscribirse en una ONG es mucho más estimulante a largo plazo que poner el foco en objetivos extrínsecos para asombrar a otros, como puede ser alcanzar la fama, hacerse rico, estar más guapo o buscar el poder. Así lo demuestran numerosas investigaciones, como la de los psicólogos Richard Ryan y Edward Deci. Es cierto que cuando alcanzamos un objetivo extrínseco sentimos un subidón, pero dura muy poco y es más superficial que la satisfacción de aprender o la sensación de ayudar a los demás.

2. Auténticos. Los objetivos estimulantes son aquellos que realizamos porque así lo deseamos, pero también porque están alineados con nuestros valores y necesidades, no porque busquemos agradar a los demás. Podemos estudiar o conseguir un puesto por placer personal o bien para satisfacer a nuestros padres o a nuestra pareja. A la larga, esta última opción puede llevarnos a sentir frustración.

3. Aproximación. Aquello que deseamos puede estar motivado por acercarnos a algo (sentirnos sanos, buscar nuevas experiencias enriquecedoras, entablar nuevas amistades…), o por evitarlo (no engordar, no aburrirnos o no sentirnos solos). Como demuestran estudios como el de Andrew Elliot, Kennon Sheldon y Marcy Church, los objetivos de aproximación son mucho más recomendables y aportan más felicidad que los de evitación, que nos hacen sentirnos más preocupados y angustiados. Por eso vale la pena reformular lo que nos propongamos para darle más fuerza.

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