El virus SARS-Cov-2 acabará llegando a todo el mundo… hasta que, con suerte, haya tantas personas inmunes, que la cadena de contagio se detenga o se ralentice muchísimo. Esto puede ocurrir de forma natural, después de que mucha gente se haya contagiado, superado la enfermedad y generado anticuerpos contra el virus. Y también de forma artificial, mediante una vacuna.

Ahora bien, ninguna de esas dos posibilidades se materializará pronto. Es muy difícil que haya una vacuna antes de un año (puede incluso que no llegue a haberla nunca, como ocurre con el VIH), y la inmunidad mediante contagios masivos puede tardar demasiado en alcanzar a un número de personas suficiente para proteger al resto. Por eso, las medidas para combatir la pandemia de Covid-19 persiguen evitar que nos contagiemos… demasiado pronto y muchos a la vez. Pero, a medio y largo plazo, no evitarán que nos acabemos contagiando… los que nos tengamos que contagiar, esto es, todos los que seamos susceptibles.

El virus provoca la muerte de un porcentaje muy pequeño de quienes enferman, pero es tal su capacidad de expandirse, que es muy grande la cantidad de personas contagiadas y la de quienes han de ser hospitalizados. También es alto el número de ingresados en unidades de cuidados intensivos y de fallecidos. Al ser tan altas esas cifras, los servicios de salud se saturan hasta no poder atender y tratar como es debido a las personas ingresadas, de suerte que pueden fallecer personas que en circunstancias normales se habrían salvado. Por no hablar del riesgo al que, por tener que trabajar en condiciones límite, se expone el personal sanitario. Por eso es tan importante evitar que se contagie mucha gente en poco tiempo, porque de otra forma, el daño que causa la pandemia se acentúa.

Volver a la «vida normal»

Son muchos, seguramente una mayoría, quienes prefieren que se mantengan medidas estrictas de confinamiento;

 » Leer más