Las áreas del sistema sanitario que cedieron tiempo y recursos para controlar la pandemia retoman sus consultas habituales, y el personal busca llegar a un ritmo anterior al estado de alarma. Pero el periodo de emergencia ha dejado huella. Consultas, pruebas diagnósticas y cirugías han sido pospuestas, a pesar del esfuerzo de los facultativos por mantener al día la atención de sus pacientes. «Para los que atendemos a enfermos crónicos este periodo de confinamiento ha supuesto un problema importante», sostiene Francisco Tinahones, presidente de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo). «Por miedo, muchos dejaron de ir a los hospitales aunque tuvieran una reagudización de su problema, y aunque mantuviéramos el contacto con el paciente por medios telemáticos, en muchos casos no tenían las pruebas necesarias para el diagnóstico y muchos de los actos clínicos eran incompletos».

Han sido días en que la parálisis afectó desde las analíticas hasta las operaciones programadas y la atención de los médicos de cabecera fue más virtual que presencial. «Hemos dejado de atender a la población en lo que no era urgente», asegura Antonio Cabrera, secretario general de la Federación de Sanidad de Comisiones Obreras (CCOO). «Tendrá un impacto en las listas de espera, en las consultas, en las pruebas diagnósticas».

Según el sindicato, los días en lista de espera se duplicarán, aunque no será igual en todas las comunidades. Si la media ya bordeaba los 100 días, «pensamos que ahora superará los 200 días», dice Cabrera. «Tres meses de parón significa casi doblar también la espera para las pruebas diagnósticas y el día a día, que estaba en 72 horas de espera. Será peor donde ha habido más coronavirus, pero el impacto no está medido ni hay datos concretos». Estos días de normalización el objetivo sigue siendo evitar consultas presenciales y potenciar las telemáticas, dice la Consejería de Sanidad de Madrid, una de las regiones más golpeadas por la crisis del coronavirus.

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