Más de 200.000 personas fallecidas, casi la mitad de la población mundial confinada, consecuencias sociales y económicas nunca imaginadas… Y todo ello es causado por un microorganismo, el SARS-CoV-2, que solo mide 120 nanómetros (o sea, 0,00000012 metros). Está claro que, en inmunología, no hay rival pequeño: a pesar de su tamaño, el coronavirus es capaz de poner en jaque nuestro sistema inmune (y nuestro mundo).

Aunque los datos disponibles son aún limitados, conocer los mecanismos implicados en la respuesta inmune frente a un virus como este puede ser crucial para entender la enfermedad y hacerle frente con contundencia.

Nos enfrentamos a un hacker celular

El enfrentamiento entre el ser humano y el virus comienza cuando éste entra en nuestras células. Para ello, es necesario que la proteína S del virus se una a su receptor correspondiente en la superficie de la célula, provocando la fusión del virus con la membrana celular.

A partir de este momento, el virus toma el control del sistema operativo de la célula, produciendo copias del genoma viral como una fotocopiadora fuera de control. Estas copias del genoma son ensambladas en «paquetitos» formando nuevas partículas virales, que enseguida son liberadas al exterior de la célula y comienzan a infectar las células vecinas.

La capacidad de replicación del virus es tan alta que cada célula infectada puede producir decenas de miles de nuevas partículas virales. En experimentos realizados en ratones infectados con el coronavirus SARS surgido en 2002 –no se suele medir en humanos, dado que se necesitaría obtener biopsias de pulmón– se determinó que se pueden alcanzar hasta 100 millones de partículas virales por gramo de tejido. Multiplicando esta cifra por el peso medio del pulmón, podríamos llegar a tener más de 100.000.000.000 de partículas virales en cada pulmón humano.

Sistema inmune innato, un software antivirus básico

El ataque de este hacker es combatido por nuestro sistema inmune,

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