El pasado domingo Miguel Bosé publicó en sus cuentas de Instagram y Twitter fotografías en las que aparecía en el jardín de su casa de Ciudad de México decorado para la Navidad. A los duendes, setas y proliferación de luces que mostraban un mundo de fantasía digno de un parque temático para niños se sumaba un gran árbol decorado para las fiestas donde se podían leer los nombres de sus hijos: Tadeo y Diego. Ni rastro de Ivo y Telmo, los hijos de Nacho Palau con quienes vivió como familia hasta junio de 2018, cuando saltó por los aires la relación de pareja que había unido a sus progenitores durante 26 años.

A 9.000 kilómetros de distancia, en Chelva, una localidad de Valencia de 1.500 habitantes, Nacho Palau también posaba sonriente frente a un árbol navideño decorado con espumillón, bolas y luces parpadeantes donde destacaban en azul y naranja los nombres de sus dos hijos biológicos, Ivo y Telmo, y los de Tadeo y Diego, los hijos biológicos de Bosé. La imagen estuvo publicada brevemente en la cuenta de Instagram de un amigo de Palau y después se eliminó. Lo que no podía mostrar ninguna de las fotografías era lo que pasaba por la mente de sus protagonistas en esos momentos en los que volvía a escenificarse la ruptura de su pareja y la distancia que separa a cuatro niños que se criaron como hermanos durante ocho años.

Nacho Palau delante de su árbol de Navidad en su casa de Chelva, Valencia.Nacho Palau delante de su árbol de Navidad en su casa de Chelva, Valencia. Instagram

Nada ha cambiado en el conflicto que les enfrenta en los tribunales. Hay fecha para el juicio en el que se verá la reclamación de Palau sobre la doble filiación de los niños, con la que persigue que se reconozca que tanto Bosé como él son padres de los cuatro menores y no solo de sus hijos biológicos. Se celebrará en Madrid en los primeros meses de 2020 después de que se retrasara el señalamiento inicial,

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