Un hombre de Nueva York ha sido el tercer afectado por beber leche cruda que ha necesitado asistencia médica, según ha notificado el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). Los dos casos anteriores han ocurrido en octubre de 2017 en Nueva Jersey y en agosto del mismo año en Texas. Estos son solo los episodios que han llegado al sistema sanitario, porque las autoridades buscan afectados en los 19 Estados en los que se vendió el producto de la granja Miller’s Biodiversity Farm de Quarryville (Pensilvania) que fue responsable del último contagio.

La causa de la enfermedad es una variante de la bacteria que causa la brucelosis que llegó a la leche desde una vaca vacunada con ella. Esta cepa está atenuada y se emplea para evitar una enfermedad que en los bovinos provoca abortos, entre otros daños. En las personas, la brucelosis puede pasar inadvertida, confundida con una gripe u otra infección vírica breve, como fiebre, náuseas, dolores musculares y de cabeza, pero que puede ser grave, incluso mortal, en algunos casos, aparte de que provoca abortos en humanos también.

El periodo de incubación de la infección puede llegar a los seis meses, por lo que las autoridades están buscando a los posibles afectados, ya que lo recomendado es darles un tratamiento antibiótico preventivo. El habitual es una combinación de antibióticos, que en este caso se complica, porque la cepa, la RB51, se ha mostrado en laboratorio resistente a la penicilina y a la rifampicina, lo que obliga a buscar otras alternativas.

El consumo de leche cruda es una moda que está en alza. Según sus promotores, el producto tiene mayores propiedades nutritivas y mejor sabor. Su impulso llegó el año pasado a Cataluña, donde en julio se aprobó un decreto que regulaba su uso. La consejera de Agricultura, Teresa Jordá, animó a su consumo en Twitter.

Uno de sus promotores fue Pep Alsina, un ganadero de la comarca de Osona, que incluso ha instalado una máquina dispensadora. Este viernes,

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