Todos los vegetarianos novatos temen esa primera Navidad, esa paella con la familia o esa boda que tienen en dos meses. Porque a ver cómo le explicas a tu abuela que no te vas a comer la sopa rellena de Nochebuena, a tu padre que no quieres paella o a tus amigos que te pidan un menú especial en la boda.

Además, son momentos de exposición, en los que, sí o sí, vas a llamar la atención, vas a ser el principal tema de conversación y, sobre todo, vas a estar sometido a un escrutinio y, probablemente, a una serie de comentarios sobre nutrición como si de repente fueran todos expertos. Y esto puede pasarte, incluso aunque tú seas un nutricionista especializado en alimentación vegetariana y ellos profesores de matemáticas, por ejemplo. Es ley de vida. Ya lo comentamos en Vegetarianos con ciencia y sigue vigente:

  • “Nadie se preocupa de la glucemia en sangre del compañero de mesa que pide un refresco con la comida, ni del riesgo aumentado de cáncer de colon del que considera que una hoja de lechuga es una ración de verdura para tres días. Ni de los problemas de salud asociados a los 20 kilos de exceso de peso del que, tras una jornada de oficina en la que solo se ha levantado para ir al baño, se pide unos espaguetis carbonara para comer, brownie de postre y carajillo. Ni de la falta de información sobre alimentación saludable que tiene quien manda a sus hijos al cole con un zumo y un dónut. Pero tú eres vegetariano y te van a faltar nutrientes. Y es importante que te lo digan a la menor ocasión. Es por tu bien”.

Yo no voy a entrar en cómo lidiar con esas situaciones, no soy experta en ello. Dependerá del carácter de cada uno y de cada situación en concreto, y también de nuestras particulares habilidades sociales y de oratoria. Lo que voy a intentar es proporcionaros algunos recursos con relación a la comida en esos contextos,

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