Los días previos a su fallecimiento, Fran Álvarez caminaba por las calles del madrileño barrio de La Elipa desorientado, cansado, con la mirada perdida y borracho. En ese mismo lugar, donde vivió toda su vida —a excepción de los años que pasó con su exesposa Belén Esteban en el municipio madrileño de Paracuellos del Jarama— fue hallado muerto el pasado domingo 9 de febrero. Tenía 43 años. Desde entonces, el bar de sus padres ha permanecido cerrado y por las calles aledañas los vecinos comentan la triste pérdida de un hombre joven, de profesión camarero y famoso por amor y obligación.

Álvarez y su madre, Maruja, solían peinarse y cortarse el pelo en Niña Alta Peluquería. Una de sus encargadas, Grecia Ramírez, explica con los ojos húmedos y mirando a un lado: “Ya últimamente no era Fran”. La última vez que lo vio fue el jueves 6 de febrero, cuando Ramírez se acercó con su hijo a una tienda de alimentación de la zona y coincidieron con el camarero, que iba a comprar algunos productos para cenar: “Me abrazó y me dio dos besos y a mi niño también”. Álvarez era muy cercano con la gente del barrio y a veces comía con el hijo y el sobrino de la peluquera.

Ramírez notó en aquel último encuentro que el camarero estaba “triste”. Los problemas que tenía con el alcohol y las drogas eran de sobra conocidos en el barrio y en su familia. “Esos padres hicieron lo imposible, pero él ya no se dejaba ayudar”, lamenta la mujer que, con la voz entrecortada, comenta que todavía no ha tenido oportunidad de darles el pésame. Álvarez murió en la madrugada del sábado 8 de febrero, aunque no descubrieron su cuerpo hasta el domingo al mediodía. Según fuentes policiales, todo indica que se trató de una muerte natural. Su cuerpo reventó tras una vida de excesos. Pero habrá que esperar al menos un mes para conocer los resultados definitivos de la autopsia.

Álvarez no estaba viviendo su mejor momento,

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