Isaac Muasa camina pausado y siempre en el centro del grupo. Con su gorra no alcanza 1,70 metros. De complexión fina, esconde bien sus 33 años bajo un pantalón militar y una camiseta negra en la que se lee Reggae, a la que añade un colgante de plata. Todos le saludan. Pasear con él por el barrio de Mlango Kubwa, en el asentamiento informal de Mathare, en Nairobi, transmite seguridad. “Sé que soy un ejemplo a seguir para muchos jóvenes de aquí”, afirma.

Isaac en su barrio es Kaka, que en suajili significa hermano. Sus vecinos le llaman así en reconocimiento a su labor por la comunidad, una labor que le ha llevado por el mundo —desde Brasil hasta Malasia, pasando por Noruega, Rusia o Sudáfrica—, pero que comenzó pateando un balón en su barrio.

A los 10 años Kaka comenzó a jugar a fútbol. La Asociación de Deportes de Juventud de Mathare (MYSA) manda un equipo de chicos del barrio cada año a la Copa Noruega, una competición de fútbol juvenil que se disputa en el país escandinavo. Allá que fue Kaka como delantero. A pesar de hacer un buen torneo, perdieron contra un equipo brasileño en semifinales: el Pequininos. “A la vuelta nos vino un hombre y nos dijo que teníamos que crear un grupo en la comunidad para los jóvenes de Mathare”, explica Kaka. Así, crearon el equipo de fútbol de Mlango Kubwa al que pusieron el nombre de sus verdugos brasileños: Pequininos.

Junto con Kaka jugaban varios adolescentes preocupados por su futuro y el de su asentamiento. El balón no les era suficiente. En 1997 decidieron crear el Mathare Environmental Youth Group (MECYG). “Formamos un grupo para ver los problemas que tenía nuestro barrio y qué podíamos hacer”, dice Kaka. “Había basura en todos los sitios. Empezamos por ahí”.

Acabar con la basura

Mathare es el asentamiento informal (slum en inglés), más antiguo y el segundo más grande de todo Nairobi. En él viven de 600.000 a 800.000 personas en un área de menos de ocho kilómetros cuadrados.

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