La temporada otoñal e invernal es sinónimo de una serie de enfermedades infecciosas generalmente leves, diferentes virus que afectan principalmente a las vías respiratorias. Pueden tener algunos síntomas similares, pero lo cierto es que se trata de patógenos diferentes con sus propias particularidades.

Quizás los dos más conocidos son la gripe y el catarro, dos enfermedades comunes de etiología vírica.

Particularidades del catarro

En realidad, lo que llamamos catarro no se corresponde con un único virus, sino con un grupo de ellos. Son menos peligrosos que en el caso de la gripe, pero a diferencia de ésta no son estacionales y pueden aparecer durante todo el año. Si su incidencia crece en los meses fríos tiene que ver más con nuestros hábitos en esta época (pasamos más tiempo en interiores, cerca de otras personas, con lo que se facilita el contagio) que con la biología del virus o, como se cree popularmente, porque el frío provoque o facilite la enfermedad.

Sus síntomas habituales incluyen la congestión nasal, el dolor de cabeza, diferentes molestias de la garganta (incluyendo irritación, afonía y tos) y, a veces, unas décimas de fiebre.

Particularidades de la gripe

Por el contrario, la gripe sí que es un virus estacional y, de hecho, cada año es una variación diferente debido a que el patógeno muta.

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