Aunque para los seres humanos el bozal posee ciertas connotaciones negativas, asociadas la mayoría de las veces a la agresividad, lo cierto es para un perro no debería resultar un elemento dañino ni agobiante si se le presenta de la manera adecuada y se asocia con premios y diversión. En este artículo vamos a descubrir cómo acostumbrar a un perro a llevar bozal sin que le resulte algo molesto o incómodo, así como los tipos de bozal que existen y cuándo está recomendado su uso.

Lo fundamental es que antes de iniciar las prácticas con el perro dediquemos tiempo a familiarizarnos con este aparato: cómo se abre y se cierra, cómo se coloca… De esta manera ganaremos seguridad para trabajar con el animal.

Los ejercicios con el perro deben ser constantes (repetirlos a diario), por periodos cortos de tiempo (para evitar que se agobie) y alternándolos siempre con descansos. El objetivo principal es generar una respuesta positiva del can hacia el bozal y acostumbrarlo a su uso. Desde el principio, hay que intentar por todos los medios que el perro no asocie el bozal solo con acciones que no le gustan (como ir al veterinario) sino con otras que le agradan como pueden ser salir de paseo o recibir un premio.

La introducción del bozal,

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