Antes de realizar muchas pruebas médicas es necesaria una cierta preparación que de no cumplir podría distorsionar los resultados. En el caso concreto de los análisis de sangre, esta preparación pasa por la alimentación.

Los análisis de sangre son pruebas muy sencillas (y, de hecho, es común que se realicen de manera puramente rutinaria) y, como tal, no suelen requerir de una preparación muy compleja por parte del paciente.

De hecho, casi lo único que se requiere para obtener un resultado correcto y fiable en este tipo de pruebas es hacer ayuno en las horas anteriores. Concretamente, deberíamos estar sin comer nada desde ocho a doce horas antes del análisis.

Esto es porque si lo hacemos podemos obtener valores alterados para ciertos marcadores, como son el nivel de glucosa en sangre o el nivel de triglicéridos (lípidos), con lo que el resultado no sería representativo de nuestro estado real.

El ayuno, por otra parte, se extiende también a todo líquido que no sea agua, incluyendo por supuesto las bebidas alcohólicas. También deberíamos evitar fumar en las horas previas.

Dicho esto, hay ciertas situaciones particulares que pueden modificar este protocolo. Por ejemplo, si el análisis sólo busca medir resultados hormonales, marcadores tumorales o estudios hematológicos, es posible que el médico nos permita reducir el periodo de ayuno a cuatro horas.

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