El ébola es un virus moderno, que se descubrió hace solo hace 43 años -en 1976- en dos brotes simultáneos. Uno de ellos fue en Sudan del Sur y el otro en Yambuku, una aldea del Zaire -actualmente República Democrática del Congo- y el virus se bautizó con el nombre del río Ebola, que pasa por ese pueblo. Desde entonces ha habido cinco brotes. El más extenso, mortífero y grave fue el que afectó a África del Oeste entre 2014 y 2016, que dejó 11.300 muertos en tres países. La epidemia actual en el este del Congo es ya la segunda peor de la historia y no está controlada. Se declaró el 1 de agosto de 2018 y en un año ha infectado a 2.500 personas. Han muerto 1.676 de ellas. Estas son las claves de cómo funciona este virus. 

¿Quién lo transmite?

El hombre no es el portador natural del virus. Le ha sido transmitido por animales salvajes -se considera que el huésped natural es el murciélago frugívoro pero, una vez en el hombre, se contagia por contacto directo de líquidos y fluidos corporales entre personas (sangre, secreciones, vómitos y otros líquidos corporales) o por contacto con materiales contaminados con estos líquidos.

¿Cómo se contagia?

El virus es menos contagioso que otras enfermedades virales y no se transmite por el aire, pero su virulencia es debida a su letalidad. Su tasa de mortalidad es muy alta, mata aproximadamente a la mitad de los enfermos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay cinco tipos de ébola: Zaire, Sudan, Bundibugyo, Reston y Bosque de Taï. El periodo de incubación es de entre dos y veintiún días. La media se establece en cinco y se manifiesta con síntomas muy parecidos a otras enfermedades como la malaria o el tifus: fiebre alta repentina, dolor muscular y en las articulaciones, debilidad, dolor de cabeza seguido por vómitos, diarrea, erupciones cutáneas y, en algunos casos, hemorragias. 

¿Se puede curar?

Médicamente se ha avanzado desde la epidemia en África Occidental.

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