«Nos da mucha pena, nos encantan las setas», «Espero que sean muy felices» o «Que tristeza se va un símbolo de Madrid» son algunos de  los mensajes que se pueden leer pegados en la ventana de la cafetería Santander de Madrid. Después de 52 años vendiendo desayunos y su mítica tortilla de patata en la esquina de Alonso Martínez, la cafetería Santander echa el cierre -sus dueños traspasan el negocio- y sus cristaleras se han llenado de recuerdos de los clientes. Tras cambiar de manos, se prevé que reabra el año que viene, con una reforma integral conservando su nombre de siempre. «Este es otro caso en donde el pez grande se come a los pequeños empresarios», dice una de las dueñas, Carmela Rodríguez, que no ofrece más detalles sobre los nuevos propietarios.

Cierra la Cafetería Santander de Madrid y sus paredes se llenan de mensajes

En 1967 abría las puertas en la plaza de Santa Bárbara la Cafetería Santander. El padre de Carmela bautizó el negocio con el mismo nombre que había puesto al hotel que regentaba hasta entonces. La cafetería se convirtió en el negocio de toda la familia y Carmela entró a trabajar en el restaurante en 1977. «Llevo 39 años allí y me da una pena tremenda tener que dejarlo», afirma. Esta decisión, que se tomó en familia, no ha sido de un día para otro, estuvieron un año sopesando los pros y los contras, pero al final los bajos ingresos tomaron la decisión por ellos. «Estoy convencida de que es lo correcto», añade Rodríguez.

Como vicepresidenta de la Asociación de Restaurantes de Madrid, Rodríguez ha tenido que ver a lo largo de los años cómo esto mismo le ha ido pasando otros locales míticos de un Madrid del que solo quedan las migajas.

Cierra la Cafetería Santander de Madrid y sus paredes se llenan de mensajes

Desde el pasado jueves los desayunos tradicionales de la cafetería Santander han desaparecido. «Nuestras barritas de aceita de oliva y tomate fresco eran muy populares entre nuestros clientes». Tenían la cocina abierta todo el día.

La nieta de Carmela propuso poner carteleras naranjas con rotuladores en las vitrinas para que sus clientes y vecinos tuvieran la oportunidad de despedirse de su cafetería.

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