La crisis climática copará buena parte de la agenda europea de la próxima legislatura. Pero mientras el movimiento se ha consolidado en las calles con las movilizaciones estudiantiles, y en los despachos con el ascenso de Los Verdes, otros números recuerdan que el asunto excede las fronteras continentales. La deforestación del Amazonas escaló en mayo a niveles récord en el Brasil de Jair Bolsonaro, según la FAO se perdieron 7,6 millones de hectáreas anuales entre 2010 y 2015, y un estudio del IDH señala a Europa como uno de los grandes consumidores de los productos que generan deforestación a escala planetaria, entre ellos la madera, la soja, el aceite de palma y el cacao.

En un documento al que ha tenido acceso este diario, Bruselas asume esa responsabilidad europea en la pérdida de masa boscosa, y abre la puerta a imponer restricciones a las importaciones para frenar el fenómeno. «La Comisión Europea explorará los beneficios potenciales de medidas regulatorias adicionales para minimizar el riesgo de deforestación asociado a las importaciones», afirma el borrador del texto, todavía sujeto a cambios.

Bruselas cree que contener la deforestación no corresponde solo a los países productores, sino que supone también cambiar patrones de consumo, y ofrece a los Gobiernos y empresas de los Estados que comercializan asistencia técnica e incentivos para atajar la desaparición de millones de hectáreas de bosque, los grandes proveedores de oxígeno y responsables de capturar millones de toneladas de dióxido de carbono.

Los bosques cubren el 30% de la superficie terrestre y alojan el 80% de su biodiversidad, pero su retroceso es patente debido al crecimiento de las ciudades, el desarrollo de infraestructuras, las construcciones ilegales, el crecimiento de la población, la minería y sobre todo, la expansión de los terrenos agrícolas.

La Comisión Europea reconoce que la Unión es uno de los principales importadores de productos asociados a la deforestación, como alimentos y biocombustibles, y pretende frenar la tendencia con una batería de medidas. Bruselas quiere que los Veintiocho aumenten la compra de alternativas que no dañen los bosques,

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