Solo hay un órgano del cuerpo humano que muestra diferencias por países, razas y, quizá, sexo. Es la microbiota, el conjunto de microorganismos (sobre todo, bacterias) que habitan el sistema digestivo, lo que se suele denominar flora intestinal. Se trata de algo cambiante, que varía en función de la dieta y otros factores exteriores, como el consumo de medicamentos –es típico el impacto de los antibióticos que acaba en forma de diarrea–. Por eso la cátedra de Nutrición y Salud de la Universidad Complutense va a emprender el trabajo de identificar la composición de la microbiota típicamente española.

De una manera general, se calcula que en cada persona viven entre 500 y 1.000 tipos de microorganismos que pesan, de media, unos dos kilos, y que está compuesto por 39 billones de células. Esta composición, tanto en especies diferentes como en su cantidad, es tan particular que en Estados Unidos se ha llegado a usar en medicina forense, ha dicho Javier Morán, catedrático de Innovación Alimentaria por la Universidad Católica de Murcia y director científico del Instituto Español de Medicina Personalizada, la organización cuyo accionista de referencia es Capsa y que es la que financiará el trabajo. Por eso Luis Collado, director de la cátedra que va a dirigir dicho trabajo, espera que “haya diferencias respecto de la microbiota europea y que se refleje la dieta mediterránea”.

En verdad, hasta la fecha, en el mundo se ha analizado a fondo solo la microbiota de la población estadounidense, de Holanda y de los hadza, una tribu nómada de Tanzania, afirma Collado, y ello ha proporcionado un dato revelador: la de los africanos es mucho más variada que la de los occidentales, debido a sus condiciones de vida con un mayor contacto con la naturaleza y mayor  consumo de productos frescos.

El carácter de ser vivo de la microbiota es patente desde el primer momento de la vida de las personas. Lo normal es que los niños adquieran sus primeras colonias de la madre ya en el momento del alumbramiento,

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