«Hay muchísima más gente con aversión al sexo de la que nos pensamos«, admite Emma Ribas, psicosexóloga, a la hora de explicar en qué consiste este comportamiento por el que hay personas que pierden el deseo y rechazan tener ningún contacto sexual con otros o consigo mismos.  «Se supone que todo el mundo disfruta con el sexo, por eso las personas que lo rechazan suelen ocultar estos sentimientos ante los demás». No debemos confundir la anorexia sexual con la asexualidad; la asexualidad es una orientación sexual en la que la persona no siente atracción sexual. Lo cual no quiere decir que sienta rechazo hacia el sexo, que pueda generarle ansiedad o que se busque excusas para no tenerlo. En la anafrodisia, nombre con el que, también, se conoce la anorexia sexual, el deseo sexual está completamente inhibido; es decir, se reprime.

«No quería que me tocara, no quería que se acercara. No sentía ningún deseo de estar a solas con él.  Al principio, me disgustaba un poco por el hecho de que no me apeteciera, pero luego me di cuenta de que, realmente, buscaba cualquier excusa para no tener sexo. Llegué a inventarme desde dolores de espalda hasta provocar peleas. Quería a mi pareja, pero no quería sexo con él». Marcela sabía que lo de no sentir deseo no podía ser algo bueno, pero era incapaz de verbalizarlo.  «Muchas mujeres se obligan a tener relaciones sexuales sin ningún tipo de deseo, como si fuera una tarea más que hay que cumplir —prosigue la Dra. Ribas—. Hay mujeres que por el simple hecho de que su pareja llegue a casa y les dé un beso sienten ansiedad».

La ansiedad la genera la propia anorexia sexual, aunque la paciente crea que la genera su pareja. «Se sienten absolutamente encapsuladas en una situación a la que no saben cómo han llegado, pero de la que no saben salir sin ayuda. Muchas veces esas personas acuden a consulta de la mano de la pareja exponiendo que uno de ellos nunca quiere. Normalmente, la persona sabe que pasa algo porque no cumple las expectativas,

 » Más información en elpais.es