Cuando pasamos un rato sentados al lado de una ventana por la que entran los rayos del sol podemos sentir como calientan e iluminan el lugar en el que estamos. Incluso pueden llegar a quemarnos la piel, como si estuviéramos al aire libre, explica Cristina Eguren, dermatóloga de la Clínica Eguren e integrante de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV): “Los rayos ultravioleta A (UVA) son capaces de penetrar a través del cristal. Por eso nos quemamos”. Pero, ¿esta luz también es suficiente para sintetizar la vitamina D que necesita el cuerpo para absorber el calcio que ayuda a proteger los huesos?

La respuesta es no. La radiación que ayuda a este proceso, la ultravioleta B (UVB), no traspasa el cristal. “Al no hacerlo, el cuerpo no sintetiza esta vitamina”, indica Eguren. Y, como contamos en BUENAVIDA, en España (“el país del sol”) tenemos los mismos niveles de esta sustancia que en Escandinavia. Es decir, de media, son bajos.

Lo más efectivo es recibir la radiación solar al aire libre, pero sin pasarnos: “Bastan 20 minutos diarios de exposición en mangas de camisa y pantalón corto para tener unos niveles correctos”, aclara la dermatóloga. Y añade: “El resto de radiación que acumulemos irá dañando las células cutáneas y aumentando el riesgo de un futuro cáncer de piel”. Y no olvidemos el protector solar, que no hace falta ponérselo media hora antes de la exposición: empieza a actuar desde el momento en el que lo aplicamos.


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