Cuando contrajo la malaria y el tifus, el sastre togolés Ayawo Hievi, de 52 años, pensó que con la ingesta de medicamentos prescritos por su doctor iba a mejorar rápidamente. «Tras cuatro días tomándolos, no solo no hubo mejoría, sino que empecé a sufrir dolores de barriga», sigue Hievi. Lejos de curarle, empeoró su estado y acabó perdiendo un riñón. Eran fármacos falsificados.

«Mis riñones habían resultado dañados. La quinina y los antibióticos para tratarme estaban adulterados», comentaba a la agencia AFP. Ahora, cuatro años después, tiene que someterse a diálisis regularmente. La historia de Hievi está lejos de ser aislada en un continente inundado por este tipo de remedios falsos que se pueden comprar, además en cualquier esquina o mercado. Un negocio millonario en el continente africano: entre el 40 y el 60% de los fármacos vendidos son falsificados, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto significa que no han sido sometidos a las evaluaciones normales de calidad, seguridad y eficacia.

Dos semanas después de iniciado el tratamiento Hievi no podía caminar y acabó en urgencias del hospital universitario de Lomé, la capital togoleña, la misma ciudad en que jefes de Estado y ministros de siete países africanos han firmado este sábado pasado un acuerdo como primer paso para penalizar la fabricación, importación y distribución de este tipo de productos falsos terriblemente peligrosos para la salud. Su contrabando no solo aumenta sino que usa métodos similares al de armas o drogas.

La OMS estima que cada año unas 100.000 personas mueren en África por tomar medicamentos «falsos, de baja calidad o que no cumplen los estándares mínimos». Aquellos con mayor probabilidad de estar caducados o de ser deficientes son los antibióticos y los antimaláricos. Para ayudar a identificar estos últimos, tarea nada fácil, existe desde hace años una herramienta llamada AQSurveyor, una suerte de base de datos global. Desde 2013, África responde por el 42% de los fármacos adulterados incautados en el mundo. Y la Sociedad Estadounidense de Medicina Tropical e Higiene informaba ya en 2015 que unos 122.000 menores de cinco años morían por mala calidad de antimaláricos en el África Subsahariana.

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