En los pueblos de Dida y Obe, a unos 25 kilómetros de Ziway (Etiopía), los niños se tapan la boca porque tienen los dientes negros. La mayoría sabe que es por culpa de la mala calidad del agua. En la región, dos pozos contaminados suministran este elemento de primera necesidad a una escuela primaria de unos 400 niños, a un centro de recreo, a unas instalaciones de salud materno-infantil y al resto de la comunidad local. En esta zona, el 41% de las fuentes de agua tiene una concentración de fluoruro que excede el límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 1,5 miligramo por litro. Las de Etiopía duplican esta cifra. Para solventar este exceso insalubre, se inauguran este sábado dos plantas potabilizadoras en esta zona rural.

El contaminante natural en cuestión provoca fluorosis, una enfermedad ósea que afecta fuertemente a los niños y a las mujeres embarazadas, y produce discapacidad «preocupante». Es lo que cuenta la doctora Isabel Díaz, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Catálisis y Petroleoquímica, que lidera el proyecto de potabilización junto con la Universidad de Adís Abeba. La ONG Amigos de Silva también está involucrada y ejecutó el proyecto después de haber firmado el acuerdo con el ministro de Aguas, Regadíos y Energía del país. “Llevamos ocho años en esta guerra. Descubrí el impacto de la enfermedad aquí. He querido empezar por dónde se incubó la idea y por un país en vías de desarrollo que lo necesita urgentemente”, relata la experta desde la embajada española en Etiopía.

Más de 14 millones de etíopes corren el riesgo de padecer fluorosis, una enfermedad ósea que afecta especialmente a niños y mujeres embarazadas

El 79,2% de la población del país africano vive en zonas rurales (en España no se alcanza ni el 20%), según los últimos datos del Banco Mundial, donde el acceso al agua potable es complejo e incluso inexistente.

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