El impacto del cambio climático es sin duda la mayor amenaza que enfrenta la humanidad en su Historia. Entramos en un escenario de ‘emergencia climática’, donde los datos ya constatados y las diferentes proyecciones de los mismos nos presentan un futuro, ya presente, con un aumento de las temperaturas a nivel global, y en donde la salud de las personas se verá afectada de forma más que evidente.

Estos efectos sobre la salud serán de forma directa, debido a condiciones climáticas extremas, ya sean olas de calor, sequias, precipitaciones, incendios naturales u otros desastres; efectos a través de los sistemas naturales, como la contaminación atmosférica, la contaminación de alimentos y agua, o cambios en la distribución de vectores, huéspedes y agentes patógenos; o a través de los sistemas socioeconómicos, con problemas como la inseguridad en la obtención de alimentos y agua, el aumento de conflictos y migraciones debido a la escasez de recursos o el aumento de los problemas mentales.

Del mismo modo, es cada vez mayor el número de especialidades médicas que identifican el impacto del cambio climático sobre diversas patologías. Podemos hablar de la alergología, epidemiología, cardiología y neumología, dermatología, salud mental, geriatría, o medicina preventiva y salud pública entre otras. No obstante, una cuestión que debe definir de forma fundamental nuestra respuesta ante los impactos del cambio climático sobre la salud de las personas, tiene que ver con las propias condiciones del sistema de salud y su capacidad de adaptación ante el fenómeno.

Desde el Gobierno regional de Castilla-La Mancha y su Consejería de Sanidad se han planteado estas cuestiones iniciales, considerando diversos ámbitos de actuación que deben permitir que los sistemas sanitarios desarrollen una mejor capacidad de respuesta ante el aumento de las temperaturas. En primer lugar, se debe apostar por la formación y la comunicación en materia de salud y clima, ya que estos son vehículos fundamentales para desarrollar las capacidades y el conocimiento tanto entre los profesionales sanitarios como entre la propia sociedad.

De la mano de la formación debe ir el fomento de la investigación y la vigilancia.

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