Aceptar un cambio de hospital para esquivar las listas de espera tuvo consecuencias trágicas para Margarita Espallardo. Esta mujer de 52 años, vecina de Cartagena (Murcia), casada, madre de dos hijos y empleada como limpiadora, permanece desde hace casi una década en estado vegetativo por los daños cerebrales sufridos en una intervención quirúrgica. El origen de las lesiones fueron las complicaciones surgidas al ser intubada, que la dejaron sin casi oxígeno durante más de 15 minutos.

Una sentencia responsabiliza ahora de lo ocurrido a los dos anestesistas que la atendieron en el Hospital de Molina de Segura, centro mixto de titularidad pública y gestión privada a la que Espallardo había sido derivada para adelantar su entrada en quirófano. Los especialistas ignoraron el aviso del informe preoperatorio, que indicaba que Espallardo ya había sufrido problemas con la intubación en una cirugía anterior. El fallo concede a la mujer y su familia una indemnización de 1,62 millones de euros (entre principal e intereses) tras el apoyo jurídico recibido de la Asociación de Víctimas de Negligencias Médicas (Avinesa) con el abogado Rafael Martín Bueno.

“Fue la médico que la atendía en el Hospital Santa María del Rosell la que le propuso el cambio”, recuerda José Andrés Torres, cuñado de Espallardo. “Le dijo que la operarían mucho antes. Margarita no se encontraba bien y llevaba más de cuatro meses esperando, así que aceptó. Lo hemos lamentado cada día, sobre todo los niños, que se quedaron sin madre con solo 10 y 12 años”, añade.

Los médicos del Santa María del Rosell habían encontrado unos nódulos —que finalmente resultaron ser benignos— en la glándula tiroides de Espallardo y en enero de 2010 le indicaron su extirpación, según los informes médicos consultados. Tras ser derivada, la mujer fue visitada por el servicio de anestesiología, en cuyo informe constan “complicaciones anestésicas: dificultad intubación”. El consentimiento informado recoge un mensaje similar: “posible intubación dificultosa—traqueotomía de urgencias”.

Martín Bueno explica que “el peligro en estos casos es que, tras la anestesia,

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