Toda persona que viva o haya vivido en la ciudad, habrá experimentado la sensación tan estresante de que las 24 horas del día se queden cortas para ti. Se ha perdido el tan famoso carpe diem, la filosofía de disfrutar el momento ha sido sustituida por la eficiencia, por el ritmo de vida de una máquina programada. Esta filosofía de vida nos causa, a quienes aún conservamos un resquicio de esperanza de recuperar el ritmo de vida rural, una necesidad de evasión, por corta o simple que sea. Este “no parar” que es nuestro día a día, debe convertirse en un “sí, paremos”.

Diego Rodríguez Sierra. Madrid

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