Si miras a un patio de colegio puedes ver una sociedad en miniatura. Tal vez haya niños que no dejan jugar a fútbol a las niñas, o puede que el marginado por su orientación sexual sea excluido del partido de baloncesto, o que el alumno con tendencias más violentas suelte toda su adrenalina en esa media hora, o que el compañero con alguna discapacidad sea el último en ser escogido cuando se forman los equipos. Un informe de Unicef encargado por la Fundación del F. C. Barcelona presentado este jueves ha concluido que el deporte contibuye al bienestar general de los niños, pero que requiere unas determinadas directrices para que no ahonde en las desigualdades.

El conocimiento que se extrae de este extenso análisis es que el deporte puede conseguir efectos poderosos, pero no basta con poner un balón y lanzar a los pequeños a jugar. Hacen falta objetivos, entrenadores o educadores preparados y un buen diseño de los programas. “Los deportes de equipo que se apoyan en relaciones de afecto ayudan a empoderar a los niños y a que estos desarrollen una imagen positiva de sí mismos y se motiven gracias al dominio de una modalidad deportiva”, recoge el estudio, a la vez que señala que “uno de los retos es el de luchar contra las culturas deportivas que promueven el elitismo y excluyen a determinados niños y jóvenes, con lo que se convierten en una barrera a la inclusión”. El informe ha analizado más de 300 programas en el campo del deporte en un centenar de países de todo el mundo.

Los expertos también señalan cómo la desigualdad afecta también a algo tan básico como la actividad física: “En los países de ingresos altos, la evidencia indica un vínculo positivo entre el deporte y el rendimiento académico, mientras que en otras regiones sugiere que no hay una mejora en los resultados educativos”. Tres cuartas partes de los programas analizados estaban equilibrados en lo que se refiere al género.

El coordinador del estudio, Dominique Richardson, ha mostrado un mapa en el que se evidencian los principales desafíos en cada región.

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