Gran parte de la economía estadounidense se apaga a medida que el país se toma en serio la pandemia del coronavirus. Los negocios y restaurantes del país están vacíos. Las industrias del entretenimiento y la hotelería están en pausa.

Es necesario frenar la transmisión del COVID-19, pero esto tendrá graves consecuencias para la economía y las decenas de millones de trabajadores que dependen de los salarios por hora para comprar comida, medicinas y tener un techo.

La administración de Donald Trump por fin se lo está tomando en serio y ha pedido al Congreso que apruebe un paquete de estímulo de 850000 millones de dólares (el equivalente a 800 000 millones de euros), incluido el envío de cheques de mil dolares directamente a todos los adultos estadounidenses. Algunos legisladores están presionando para que las ayudas sean mayores y se prolonguen durante varios meses.

Son buenas noticias. Como macroeconomista especializado en desigualdad de ingresos, sé que pagos directos son justo lo que los estadounidenses de bajos salarios, que de un día para otro se han quedado sin paga, necesitan para soportar la crisis, que podría durar muchos meses.

A diferencia de la crisis financiera de 2008, esta es una crisis económica que golpea con mayor dureza a los estadounidenses de la clase trabajadora y de bajos recursos.

Los profesionales pueden trabajar desde casa. Continuarán recibiendo cheques regularmente y estarán en una buena posición para resistir la tormenta económica creada por el coronavirus. Es probable que los profesionales que pierdan ingresos tengan algunos ahorros en los que apoyarse hasta que la economía se recupere.

Un seguro de desempleo exiguo

Por otro lado, los camareros, dependientes comerciales, empleados de la industria hotelera y otros trabajadores que cobran por horas, que representan casi el 60% de la fuerza laboral en Estados Unidos, estarán sin trabajo por un tiempo indefinido y dependerán de un programa de seguro de desempleo que es demasiado rácano.

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