En el ictus, el tiempo es cerebro; cada minuto que pasa cuenta porque desde que aparecen los síntomas se pierden miles de neuronas que se pueden salvar si se aplican lo antes posible medidas de tratamiento adecuadas, pero antes de llegar a esta situación el 90 % de ellos se puede prevenir.

Los síntomas que hay que saber reconocer y deben hacer pensar en un ictus aparecen casi todos «de una forma muy brusca, no avisan».

El término ictus hace referencia a una palabra griega que significa ‘golpe’. Puede aparecer una pérdida brusca de la fuerza o sensibilidad en un lado del cuerpo y en muchos casos la cara se tuerce como único síntoma, pero también puede existir dificultad para hablar o atender lo que se le dice.

También puede darse una pérdida brusca de visión en un ojo o en una parte del campo visual, o de la estabilidad o un dolor muy intenso de cabeza, que no es habitual.

Si un paciente o sus familiares detectan uno de esos síntomas no deben perder el tiempo. Lo primero que hay que hacer es llamar al 112, no hay que trasladar al paciente a ningún servicio de urgencia por nuestra cuenta, ni darle ninguna medicación porque está demostrado que solo sirve para retrasar un correcto diagnostico y tratamiento.

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