Tras las últimas noticias sobre la presencia de bisfenol en los tiques de compra, me resulta paradójico que la mayoría de los consumidores seamos tan alarmantemente ingenuos. Nos creemos sin rechistar todo lo que nos cuentan fabricantes y distribuidores que, en algunos casos, no son tan honestos como parecen. Así pues, no cuestionamos los ingredientes que dicen tener los productos que compramos y que sospechosamente el fabricante pone en letra minúscula en el envase, y nos creemos los contenidos publicitarios. Y todo porque creemos, ingenuos, que alguien vela por nosotros. No es así, solo se detecta una parte insignificante de los fraudes y las sanciones económicas son ridículas. Es necesario un control real sobre los productos de consumo diario y masivo, y además que haya leyes más severas para disuadir a los codiciosos e insensatos infractores.

Joaquín Fernández Sánchez, Pozorrubio de Santiago (Cuenca). 

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