Nos gusta vivir en la ciudad. Más de la mitad del planeta lo hace actualmente. En el caso de España, el 95% de la población habita en menos de la mitad de la superficie del país, y a finales de siglo, siete de cada diez habitantes del planeta vivirán en ciudades. Es comprensible. Las grandes urbes tienen numerosas ventajas, entre las que destacan que cuentan con los mejores servicios sanitarios, educativos, culturales y de ocio. Por no hablar de que la gran mayoría del empleo que se genera lo hace en los entornos urbanos. Pero no todo son ventajas: algunos expertos señalan que las ciudades aumentan los riesgos para la salud mental.

La idea no es nueva. Los científicos llevan décadas profundizando en ella, desde que un estudio de 1930 apuntó que vivir en una ciudad aumenta el riesgo de sufrir psicosis. La lista de enfermedades mentales relacionadas con la vida en núcleos de población densos y, con demasiada frecuencia, contaminados y ruidosos, no ha dejado de crecer desde entonces. La depresión y la ansiedad están entre ellas. Los científicos aún están buscando las pruebas definitivas que relacionen la aparición de algunas de estas enfermedades con el ambiente urbano, pero no hay duda de que quienes viven en la ciudad se exponen a factores que pueden alterar su equilibrio mental, aunque sea de forma pasajera. Afortunadamente, hay maneras para sobrevivir al impacto de la jungla de asfalto.

Cómo sobrevivir al estrés y mantener la mente sana en la ciudad

Medidas contra el humo y el ruido

Un gran enemigo del equilibrio emocional del urbanita es la contaminación, tanto en su versión atmosférica como en la acústica. Según el psiquiatra del Hospital La Luz José Luis Pedreira, el ruido «incrementa la irritabilidad y la excitabilidad, lo cual hace que aumente la tensión y se produzca lo que habitualmente se denomina estrés. La respuesta del individuo puede ir desde descargas agresivas hasta situaciones de hiperactividad psicomotora o reacciones de ansiedad, acompañadas de trastornos del sueño», Esto último origina «una alteración tanto en la conciliación como en la calidad,

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