EL PAÍS ha publicado el articulo titulado ”Un estudio analiza si millón y medio de españoles están tomando un fármaco que no necesitan” que, tal como se presenta puede generar inquietud y alarma entre miles de personas. Desde hace muchos años a los pacientes que han padecido un infarto de miocardio se les prescribe un fármaco betabloqueante siguiendo las guías de buena práctica clínica vigentes en Europa y América. En el artículo se explica la hipótesis de que, aproximadamente, uno de cada cuatro de estos pacientes no se beneficiaría de este fármaco y anuncia que un grupo de investigadores intentará demostrarlo mediante un ensayo clínico multicéntrico europeo de varios años de duración.

No se pone en duda que la hipótesis será plausible y estará debidamente fundamentada en estudios previos de los expertos en este campo, de tal manera que se justifique la puesta en marcha de una investigación de esta envergadura, que puede aportar un conocimiento científico que, si obtiene los resultados esperados, dentro de unos años, beneficiaría a miles de personas.

Sin embargo, hay que poner una seria objeción a que se haga pública por anticipado la puesta en marcha de una investigación científica de estas características por cuanto puede afectar al interés general de la población, en la medida que genere incertidumbre y desconfianza en todos y cada uno de los cientos de miles de pacientes que toman betabloqueantes tras un infarto y por supuesto, dada la importancia que se ha dado a la noticia, equivocadamente en todos aquellos pacientes tratados con betabloqueantes. Al ser un medicamento muy utilizado y barato se puede provocar el abandono de tratamientos necesarios además de una gran cantidad de consultas médicas de pacientes que acudan a su médico con el artículo para preguntar si deben suspender la toma del betabloqueante.

El Código de Deontología Médica establece en su artículo 64 que “el médico tiene el deber de comunicar en primer lugar a los medios profesionales los descubrimientos que haya realizado o las conclusiones derivadas de sus estudios”. En esta misma dirección dice que “es contrario a la deontología dar a conocer de modo prematuro o sensacionalista procedimientos de eficacia todavía no demostrada”.

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