NADA MÁS ACABAR la licenciatura de Psicología, una profesora de la universidad me propuso participar en un proyecto de investigación sobre la “resiliencia psicológica”, de la que apenas había oído hablar por aquel entonces. Se trataba de descubrir qué hace que algunas personas se sobrepongan a las adversidades mejor que otras. Me explicó que, en lugar de enfocarse en las vulnerabilidades, trataban de averiguar cuáles son las fortalezas que hacen a algunas personas inmunes al impacto de la pobreza extrema, la guerra, el maltrato infantil y otras situaciones estresantes.

Para mi sorpresa, y a pesar de que estábamos en una universidad pública, mi profesora no ocultaba que el objetivo principal era crear un programa de resiliencia dirigido a empresas, instituciones educativas, ejércitos y otros organismos que contara con cierto aval científico. En 2003, yo no sabía casi nada de psicología, pero aquello me recordaba bastante a los experimentos del malvado Romulus con Lobezno, ese personaje casi inmortal de la factoría Marvel con el esqueleto recubierto de un metal irrompible llamado adamantium, la capacidad de regenerar heridas mortales y el poder de bloquear en su mente acontecimientos traumáticos. Me estaba proponiendo participar en un plan para crear superhumanos.

La resiliencia se parece bastante a un cuadro de Monet. De lejos fascina, pero al acercarte se desdibuja y se convierte en una amalgama de trazos inconexos. La mayoría de las definiciones aportadas hasta el momento hablan, de una u otra manera, de un afrontamiento positivo en respuesta a la adversidad, lo que no hace más que desplazar el problema (¿A qué llamamos “afrontamiento positivo”? ¿Qué es objetivamente una “adversidad”?). No está claro si se trata de una capacidad, una competencia o una habilidad. Si se refiere a un proceso o a un resultado. Si se trata de un fenómeno estable o cambiante en el tiempo, o si debe ser abordada como un rasgo o como un fenómeno interactivo. Todo el mundo habla de resiliencia, pero nadie consigue identificarla con rigor.

Eso no ha sido un impedimento para poner en marcha el negocio.

 » Más información en elpais.es