El verano es, por excelencia, la estación en la que las toxiinfecciones campan a sus anchas. Estas se deben, por regla general, a la ingestión de microorganismos o bien de sus toxinas con los alimentos. Que proliferen a sus anchas no es casualidad: con las temperaturas cálidas los alimentos se deterioran con mayor rapidez y se conservan peor.

Entre las toxiinfecciones más frecuentes se encuentra la salmonelosis, provocada por una bacteria que tiene cierta predilección (aunque no es el único alimento que la puede contener) por los huevos, y otra sería la anisakiasis, que no solo produce infección sino también una alta tasa de reacciones alérgicas, fundamentalmente asociadas al consumo de pescado crudo, o la hepatitis A.

Siendo la ingesta de alimentos el principal origen de estas toxiinfecciones, ¿qué debemos tener en cuenta a la hora de manipularlos? El doctor Diego Sánchez Muñoz, especialista en aparato digestivo y fundador de IDI-Instituto Digestivo no da algunas de las claves que debemos tener en cuenta a la hora de seleccionar, cocinar y conservar lo que comemos.

“Es prioritario hacer una buena selección de los alimentos, evitando aquellos que desconozcamos su procedencia o su manipulación previa. Uno de los métodos más eficaces que eliminan a la inmensa mayoría de los gérmenes causantes es la cocción a temperatura elevada o la congelación,

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