Estamos peleando todavía para conseguir que esto (la pandemia) pase. Pero ¿qué pasará en la economía cuando esto pase? Cualquier intento de respuesta será inevitablemente incierta, provisional, tentativa. A medida que transcurren los días van acumulándose, sin embargo, elementos para empezar a valorar el previsible impacto del Coronavirus en la economía, analizar la repuesta de las medidas de política económica adoptadas y tratar de atisbar la nueva situación y los cambios que nos esperan. Eso es lo que pretendo hacer ahora. Ya me he referido en un anterior artículo a algunas de estas cuestiones, pero quisiera ampliarlas ahora con las nuevas informaciones de que se va disponiendo.

No es una crisis convencional

Es evidente que ésta no es una crisis convencional. Los efectos de la pandemia y del confinamiento en todo el mundo han provocado simultáneamente un «shock» de oferta, con la paralización de la producción y la ruptura de las cadenas de suministro, y de demanda, con la caída del consumo y las pérdidas de renta y riqueza; y confiemos en que, con las medidas adoptadas, no acabe por derivar también en una crisis financiera y de deuda.

Los escenarios del impacto alcanzan, de un modo ciertamente excepcional, a casi todos los ámbitos, afectando a la utilización de los factores productivos, la contracción de la demanda, la confianza y la inversión, las exportaciones y el endeudamiento, la morosidad y los impagos.

No podemos, pues, llamarnos a engaño. Estamos ante una crisis de alcance desconocido y que puede resultar devastadora, como se empieza a vislumbrar en las previsiones de evolución de todos los grandes indicadores macroeconómicos: el déficit podría subir hasta los dos dígitos, nuestro elevado endeudamiento situarse por encima del 120%, y el desempleo rebasar una vez más el 20% y devolvernos a los peores momentos de la pasada crisis.

La caída del PIB español (bordeando igualmente los dos dígitos) podría ser la mayor en casi cien años,

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