JERÓNIMO ORS

  • Las manchas, conocidas como hiperpigmentacion, afean la piel, cambian la expresión y se asocian con la vejez.
  • Para muchas personas constituyen una pequeña tragedia y son motivo de angustia y consultas al dermatólogo.

Una mujer se mira al espejo

Tradicionalmente, a las pequeñas se las llamaba «manchas hepáticas», «manchas de vejez» e, incluso,»flores de la muerte», y a las más extensas «paño» o «paño de las embarazadas» porque muchas veces su aparición coincidía con la gestación. En los países orientales una piel manchada está muy mal visto., hasta el punto de que el atractivo de una mujer baja varios puntos por la aparición de estas.

En la estética oriental una piel deseable tiene que lucir blanca, luminosa y perfecta, y el bronceado no aumenta el sex appeal de la mujer. Históricamente, la piel hiperpigmentada era propio solo de gente muy anciana y no constituía un problema extendido. Tampoco durante siglos existió ningún tratamiento que las solucionase, excepto aplicarse un poco de vinagre para atenuarlas.

Este panorama ha cambiado radicalmente desde hace unos años. La disminución de la capa de ozono, la degradación medioambiental, el aumento de las sustancias químicas que consumimos y, por supuesto, el desproporcionado incremento de la exposición al sol, han hecho que veamos pieles manchadas con mucha frecuencia en la consulta, incluso en jóvenes de apenas viente años. Aunque son las personas de más de cincuenta quienes tienen una inquietante predisposición a padecerlas.

Pero, ¿por qué salen las manchas?

Nuestra piel está continuamente sometida, especialmente durante los meses estivales, a la agresión del sol y su radiación ultravioleta. Cuando éramos hombres primitivos, nuestra protección era en gran medida el vello que tapizaba nuestro cuerpo. Con la evolución de la especie y la desaparición del vello, la piel ha estado cada vez más defendida por un único mecanismo de protección: la fabricación de melanina.

Esta sustancia está presente en todas la razas humanas en distinta proporción, las razas oscuras tienen más, como medida de adaptación al sol tropical, las amarillas tiene distinta proporción de melanina, y la raza blanca, acostumbrada a vivir en latitudes más septentrionales, es la que la tiene en menos proporción. Un albino, sea de la raza que sea, carece prácticamente de melanina y por tanto de seguridad frente al sol.

Cuando nos exponemos al sol,

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