Hoy, 23 de abril, la Organización Mundial del Comercio (OMC) acoge la Conferencia Internacional de Comercio e Inocuidad Alimentaria en Ginebra. Se trata de una continuación del debate sobre el futuro de la inocuidad alimentaria que empezó en Addis Abeba (Etiopía) el pasado mes de febrero en un exitoso evento coorganizado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la OMS y la Unión Africana.

La inocuidad alimentaria está relacionada el riesgo de contraer enfermedades causadas por bacterias como el E.coli, la listeria, o por patógenos fúngicos como la aflatoxina. Estas amenazas son las responsables de que más de 600 millones de personas enfermen cada año y de las 420.000 muertes en todo el mundo, especialmente en África y en el Sudeste Asiático.

Sin embargo, ha llegado el momento de ampliar nuestro conocimiento sobre lo que está en juego. La inocuidad alimentaria no puede tratar solo de prevenir intoxicaciones o enfermedades por culpa de alimentos nocivos, sino que hay que abordar toda la gama de riesgos para la salud que se derivan de la dieta.

Es el caso, por ejemplo, de la obesidad que ya sufren más de 670 millones de adultos en el mundo. Hay proyecciones que estiman que el número de gente obesa pronto superará el de la gente hambrienta (821 millones en 2017), algo que ya ha sucedido en América Latina y en el Caribe.

De hecho, mientras que el hambre se circunscribe a áreas específicas, particularmente aquellas en conflicto, la obesidad está en todas partes. El mundo asiste a su globalización. Hoy en día el 7% de los jóvenes entre cinco y 19 años son obesos, un gran incremento respecto al 1% de hace unos 40 años. Y la obesidad no es solo un problema del mundo rico: ocho de los países en los que crece más rápidamente están en África.

El consumo de alimentos ultraprocesados es una de las razones principales tras los alarmantes y crecientes niveles de obesidad y de las enfermedades no transmisibles como la diabetes y la hipertensión,

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