Manuel Franco (Madrid, 1974) no sólo es un médico especializado en epidemiología y Salud Pública, también es uno de los mayores especialistas en estudiar cómo influye el contexto económico o urbano en la propagación de las enfermedades. Ha dirigido un proyecto europeo sobre barrios «cardiosaludables» y ya teoriza sobre los efectos sociales de esta pandemia global.

–Se dice que esta enfermedad no entiende de clases sociales, pero se está demostrando que tiene mayor incidencia en barrios con menor renta.

–El virus es global, no distingue entre unos y otros, pero conforme avanzamos vemos que no es del todo así. Las clases trabajadoras y los barrios con menor renta están siendo más golpeados, tanto en número como en las consecuencias del contagio. Lo hemos observado en Madrid o Barcelona, y por las cifras que llegan también en ciudades de Estados Unidos o Reino Unido.

Directo | Así avanza la lucha contra el coronavirus

–¿De qué forma cambiarán nuestros hábitos?

–Muchas de las maneras de comportarnos ya han cambiado, como ir a hacer la compra. España ha sufrido uno de los confinamientos más duros porque las cifras no acompañaban y había que controlar la situación. Ahora, en esta fase de desconfinamiento, habrá cambios que afecten al transporte, el trabajo, la enseñanza educativa o la práctica deportiva. Será complicado comportarse con un distanciamiento social y físico, pero es lo que toca.

–¿Este país está preparado para adoptar la desescalada?

–La mayoría de la población se ha comportado con responsabilidad social e individual en momentos agudos de la crisis, porque la salud y la seguridad prevalecen. El ser humano, como especie biológica, toma conciencia y decide cómo actuar en situaciones de gran riesgo, incluso sin pensarlo.

–¿Considera que las fases diseñadas por el Gobierno hasta la «normalización» de finales de junio son aplicables para todos?

–No queda más remedio que organizar, administrativa y políticamente,

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