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  • Un panel de expertos reunidos por ‘The Lancet’ pide poner coto a la industria alimentaria para frenarlos.

Camión, agricultura

La malnutrición en todas su formas -especialmente la obesidad y la desnutrición-, es la principal responsable de los problemas de salud a nivel global. Y en un futuro próximo también lo serán los efectos del cambio climático. La manera de frenarlo en gran medida implica poner coto y sentido común a la industria alimentaria.

Un panel de expertos reunido por The Lancet ha llegado a esa conclusión en un exhaustivo informe publicado este domingo 27 de enero.  Describen a la obesidad, la malnutrición y los efectos del cambio climático como “pandemias” y aseguran que representan una “sindemia global”, una “sinergia de epidemias”,  que afecta a la mayoría de las personas de todos los países y regiones del mundo.

El término ‘sindemia’ hace referencia a los problemas de salud en los que hay que tener en cuenta aspectos sociales y económicos, no solo los biológicos.

Los expertos apuntan que la obesidad en concreto se está incrementando en todas las regiones del mundo, “sin que ningún país haya logrado revertir esta epidemia”. dado que “las causas sistémicas e institucionales permanecen”. Afirman en el informe que existen “poderosos intereses comerciales” y  “una falta de demanda de acciones por parte del público”. 

Destacan también el nexo existente entre obesidad, desnutrición y calentamiento global. La producción y el transporte de alimentos, la forma en la que los consumimos, están imbricados entre sí y conforman esas tres problemáticas que suponen “las amenazas más graves para la supervivencia y la salud humana”.

Hacen especial hincapié en el papel de la agricultura, responsable directamente de entre el 15 y el 23% de todas las emisiones que contribuyen al calentamiento global y que, si se contemplan aspectos más allá de la producción, podría alcanzar el 29%.  Algo a lo que hay que poner freno, dado que “los sistemas de generación de alimentos actuales están degradando el medio ambiente más allá de la capacidad de reparación de los ecosistemas naturales”.

También describen como una “piedra angular” lograr la reducción del consumo de carne roja, cuya producción ha pasado de los 71 millones de toneladas de 1961 a 318 en 2014; así como la disminución de la producción y consumo de productos ultraprocesados y bebidas azucaradas. 

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