Si la Gran Muralla se erigió para proteger el flanco norte del antiguo Imperio Chino, hoy la República Popular China se protege mediante un control férreo de su economía, su población y su relato.

El régimen chino ha demostrado una extraordinaria capacidad para movilizar músculo. Está acometiendo con determinación retos políticos y tecnológicos, como revertir la contaminación del aire o dejar de ser un vertedero global de residuos plásticos, y se ha convertido en el 15º país más innovador del mundo, según Bloomberg. Frente a la actual epidemia de coronavirus, China ha construido hospitales en tiempo récord y puesto en cuarentena a una ciudad de 11 millones de personas en cuestión de horas.

Su capacidad de reacción mientras los problemas están emergiendo, sin embargo, es mucho menor. Quizás por su opacidad, según los expertos. “La transparencia es fundamental para dar confianza cuando se comunican riesgos”, explica Federico M. Federici, especialista en comunicación de crisis. A pesar de que los primeros casos del coronavirus fueron detectados a principios de diciembre, las autoridades de la ciudad de Wuhan no informaron sobre ellos hasta el día 31 de ese mes, y la cuarentena no llegó hasta el 23 de enero (esta semana han relevado a los máximos dirigentes de Hubei y de su capital, Wuhan). Para entonces, había tenido lugar un multitudinario banquete popular en la ciudad y millones de personas habían viajado para celebrar el Año Nuevo Chino, la mayor migración humana del planeta.

Pudiera parecer que la situación actual es fruto de una desafortunada casualidad, pero el escenario no es nuevo. La epidemia del SARS (síndrome respiratorio agudo grave), causada por otro coronavirus con el que el actual comparte varios rasgos moleculares, incluida su puerta de acceso a nuestras células, se cobró 774 vidas entre 2002 y 2003. La reacción ha sido esta vez más contundente pero, ahora como entonces, la voz de alerta se escuchó tarde. Es difícil saber qué habría pasado si avisos como el de Li Wenliang, el médico que primero alertó del contagio,

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