La recuperación de la actividad educativa, suspendida a causa del coronavirus, tardará en llegar. Si nos atenemos a lo que han hecho países que han sufrido antes el golpe del Covid-19, la retirada de ciertas medidas de confinamiento se hará de forma escalonada. En el caso de la vuelta a las aulas, será una de las últimas cosas que se acometa. Se trata de un reto supeditado a que se practiquen pruebas serológicas de proporciones masivas para observar el verdadero alcance de la pandemia.

María Luisa Villar, jefa de Servicio de Inmunología del Hospital Ramón y Cajal, se muestra extremadamente prudente, dado que la abrogación del encierro es una decisión que concierne a la política sanitaria. No obstante, a la vista de lo que ha hecho China, que se supone es el principal referente, la suspensión del confinamiento le parece un «futurible». «Los niños desarrollan la enfermedad sin que muchas veces se note pero sí pueden transmitirla a los mayores. Cualquier madre sabe que si un niño tiene varicela, enseguida la coge toda la clase entera. No tenemos todavía respuestas a estas preguntas».

Para Villar, los primeros que se podrían incorporar a la vida activa son quienes, habiéndose sometido a pruebas serológicas, sus análisis demuestren que han superado la enfermedad y desarrollado inmunidad al virus. En Wuhan, por ejemplo, se está empezando a levantar el confinamiento de forma muy controlada y gradual. «Son cosas con las que por ahora nosotros no podemos ni soñar. Aquí no se están haciendo por ahora test de manera masiva; sólo a la gente con síntomas y no a todos».

El SARS-CoV-2, el virus causante de la enfermedad, como el de la gripe, tiene una alta tasa de mutación, de modo que la inmunidad adquirida por quienes han sufrido la dolencia se sospecha es solo estacional. «Esa es la razón por la que hay vacunarse de la gripe todos los años».

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