Hace poco más de una década, el investigador japonés Shinya Yamanaka logró algo parecido a revertir el tiempo. En 2006, demostró que bastaban cuatro genes para que las células de un adulto volviesen a un estado similar al embrionario y recuperasen así la capacidad para convertirse después en cualquier tipo de tejido. Aquella técnica era un paso prometedor para el desarrollo de una medicina regenerativa en la que se creasen a voluntad células con las que reparar órganos averiados. Y lo sigue siendo, pero aunque se ha conseguido reprogramar células y convertirlas en casi cualquier tipo de tejido, hacer que estas células que una vez trasplantadas se comporten como deben y sirvan para tratar enfermedades es aún un reto.

Una de las aplicaciones teóricas de la reprogramación celular es transformar una célula de piel, por ejemplo, hasta convertirla en un óvulo, la célula original y la que tiene la capacidad de diferenciarse en todas las células necesarias para construir un organismo completo. Recientemente, una clínica dedicada a los tratamientos de fertilidad, aprovechando las celebraciones del Orgullo LGTBI , sugería que la posibilidad de que una pareja homosexual tuviese hijos con la información genética de ambos estaba cerca. Tomando células normales, se podrían reprogramar y crear un espermatozoide y un óvulo que, una vez fecundado, se debería implantar en el útero de una mujer. La técnica serviría igualmente para parejas heterosexuales que no pudiesen producir de forma natural sus propios óvulos y espermatozoides.

En humanos, hasta el momento, con esta técnica solo ha sido posible crear precursores de ovocitos

La investigación en este campo es intensa y los logros en modelos animales han sido importantes. En 2016, un grupo de investigadores liderado por Katsuhiko Hayashi, de la Universidad de Kyushu, en Japón, logró producir óvulos de ratón completamente funcionales a partir de células madre pluripotentes. Después, sometieron a los óvulos cultivados en el laboratorio a fecundación in vitro y los insertaron en hembras de ratón para su gestación. Pese a que el proceso tuvo un porcentaje de éxito pequeño,

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