Durante la última mitad del siglo XX, y sobre todo en lo que llevamos de siglo XXI, se ha producido un incremento en la práctica de la carrera a pie. Atrás quedaron las épocas de footing o jogging para dejar paso al auge del running o el trail running.

De forma paralela, se ha generado un mercado en torno a esta práctica en el que se han desarrollado enormemente los materiales (zapatillas, textil, dispositivos electrónicos…) y el marketing asociado a los eventos.

Sin embargo, desde el comienzo de los tiempos hay algo que no ha cambiado en relación con la carrera: el contacto repetitivo del pie con el suelo. Y este se ha relacionado tanto con el rendimiento deportivo como con las lesiones asociadas a este deporte.

La técnica de carrera importa

En primer lugar, debemos aclarar que el contacto del pie con el suelo al correr varía en función de cada persona, del tipo de terreno y el calzado que llevamos. Entre otras cosas, la técnica de carrera va a depender de nuestras dimensiones corporales, nuestra capacidad física para realizar esfuerzos y la experiencia previa en carrera. Tampoco se corre de la misma manera cuando corremos en llano que cuando subimos o bajamos cuestas. Ni cuando el firme es estable (asfalto o pista) o cuando es inestable (caminos o sendas).

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