Uno de los lugares más seguros para pasar esta pandemia han sido las cárceles. Una de las primeras medidas que tomó el Ministerio del Interior fue cortar el contacto con el exterior de las prisiones. Solo entraban los funcionarios y personas autorizadas. Nada de visitas. «La contención ha sido buena», reconoce José Joaquín Antón, que ejerce como médico en la prisión granadina de Albolote desde hace más de dos décadas y preside la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP). Una situación que han vivido, recalca, con una escasez de plantilla más que notable: falta dos tercios de médicos penitenciarios.

-Las particularidades lógicas de una cárcel, ¿han favorecido que no se haya extendido la Covid-19?

-La contención ha sido buena. No podemos estar descontentos. Sí que es verdad que ha habido excepciones como en los centros penitenciarios de Madrid 7 (Estremera) y Madrid 5 (Soto del Real), donde ha habido más casos: 26 en el primero y 13 en el segundo. También ha habido cuatro en Herrera de la Mancha. Luego se han producido casos aislados en más prisiones. En total hemos tenido 62 (hay casi 59.000 presos en España) y se han producido dos muertes en Madrid 7 que eran de personas mayores con bastantes comorbilidades. No hay nadie hospitalizado y los que están activos tienen sintomatología leve. Ahora viene la desescalada y habrá más complicaciones. Porque ahora no hay permisos, no hay visitas, los únicos que entran son los funcionarios, los reclusos de tercer grado están en sus casas… No hay movimiento y es más fácil de controlar.

-El corte del contacto con el exterior, ¿una medida drástica pero necesaria?

-Era absolutamente necesaria. El resultado está ahí y es un verdadero éxito.

-¿Qué hay que hacer ahora en esta desescalada?

-Vuelven los permisos, los familiares y, tarde o temprano, los vis a vis. Son factores de riesgo mientras no exista inmunidad de grupo,

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