La intolerancia al gluten es una enfermedad que a menudo tarda mucho en diagnosticarse, incluso años, lo que repercute de manera significativa en la salud de la persona que la padece, tanto a nivel físico como mental. Y es que, aunque cada vez se hable más de la intolerancia al gluten, pocas veces se habla de las repercusiones psicológica que tiene para las personas que las padecen. Dr. Ricardo Fueyo, psicólogo, profesor de la Universidad de Zaragoza e investigador del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, nos habla de cómo afecta a la salud de mental padecer esta intolerancia y qué hacer para evitarlo.

Las personas con intolerancia al gluten tienen que enfrentarse a determinadas situaciones que influyen en su estado de ánimo de manera negativa. En primer lugar, los síntomas físicos que les produce la enfermedad a diario, especialmente en las personas en las que el diagnóstico se dilata demasiado, “el dolor de estómago, diarreas hinchazón… cuando son a diario pueden ocasionarle consecuencias psicológicas en forma de estrés, desesperanza, ansiedad e incluso de depresión”, afirma Dr. Ricardo Fueyo. En principio, con el diagnóstico de la enfermedad y con el seguimiento de una dieta sin gluten, estos síntomas, y las repercusiones que tiene a nivel anímico deberían desaparecer a medio plazo.

El momento del diagnóstico también suele ser clave,

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