La pandemia no da respiro y sigue arrojando cifras récords de muertos a pesar de que en los últimos días había dado tímidas señales de ralentizarse. El coronavirus ha alcanzado este sábado los 5.690 fallecidos en España, espoleado por unas cifras que, al menos en números absolutos, no dejan de crecer, aunque el Gobierno insiste en que el país está llegando al pico infectivo, ya que el ritmo (porcentaje) de crecimiento tanto de las víctimas mortales como de los contagiados sigue desacelerándose.

En las últimas 24 horas el virus se ha cobrado la vida de 832 personas. Se trata, una vez más, de una cifra diaria sin parangón y que bate récord sobre récord. De una jornada a otra el número de decesos ha crecido en 63 personas.

Es un incremento del 11%. Y ahí está la única lectura positiva de estas luctuosas cifras: el ritmo de crecimiento de los decesos, a pesar de que las muertes se cuentan por centenares cada jornada y cada vez se aproximan más al millar, está ralentizándose. El 11% de aumento actual está muy lejos del 32% de incremento diario de fallecidos que se registraba hace exactamente siete días, cuando comenzó la que Sanidad denominó la «semana más dura» de la pandemia, al tiempo que se iniciaba la segunda semana de confinamiento tras la declaración del estado de alarma.

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Sin embargo, las cifras desnudas de fallecidos de esta semana en la que España debería estar llegando a la cima infectiva son demoledoras. En solo siete días, el número de fallecidos se ha disparado por encima de un 400%, pasando de 1.326 a los 5.690 contabilizados a primera hora de este sábado por Sanidad. La «semana más dura» se salda con un balance de 4.364 muertos. O sea, 623 fallecidos diarios. O lo que es lo mismo: cada hora de esta terrible semana han muerto 26 personas por el COVID-19.

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