¿Ha escuchado a algún pasajero pedirle a la azafata un alargador para el cinturón de seguridad? Si lo ha hecho, seguramente fue en una aerolínea estadounidense, donde la gruesa cuestión no es nada engorrosa está incluso regulada como un derecho del pasajero. Y si nunca lo ha oído, cada día tiene más posibilidades de hacerlo, por que la obesidad sigue siendo una oleada creciente en Estados Unidos.

Una encuesta de Gallup revela que el porcentaje de estadounidenses que pesa «al menos» cien kilos ha crecido un 4% en menos de una década y alcanza ya al 28% de la población -el triple de hombres que de mujeres-. Y conste, que esto es solo lo que admiten. Según sus propias confesiones, el estadounidense medio pesa 80 kilos, lo que supone una subida de dos kilos para los hombres y uno y medio para las mujeres con respecto a la última vez que Gallup lo preguntó en 2010.

¿Significa eso que el negocio de las dietas es prometedor? En absoluto. Los estadounidenses se están acostumbrado a pedir esa extensión del cinturón de seguridad, y ya ni siquiera lo ven problemático. Cada vez menos creen tener sobrepeso, en un porcentaje que es inversamente proporcional a lo que aumenta la báscula que ellos mismos miran. Será cuestión de mala memoria o de contentarse con lo que ven. De hecho, al 14% le parece que el peso ideal es «cien kilos o más», en comparación al 11% de la década anterior, y como la mayoría son hombres, es de esperar que vaya cambiando el ideal de belleza que el imperio exporta en cine y publicidad al resto del mundo.

Epidemia

Engañarse no les salvará de la epidemia de obesidad que registra la comunidad médica de EE UU, donde una de cada cinco muertes ocurridas el año pasado se relacionaban con el sobrepeso. Los que más lo pagan, aunque parezca contra natura,

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