Nunca antes hubo tantos girasoles en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) como el viernes 13 de diciembre. Amigos, compañeros y profesores dejaban uno a uno los ramos en la plaza roja, el punto de encuentro más concurrido de la universidad privada, una de las más reputadas de México. El gesto era para recordar a Fernanda Michua, una estudiante de 20 años que se suicidó el 11 de diciembre. El homenaje con flores negras y amarillas, las favoritas de Fernanda, comenzó en silencio. El dolor y la tristeza lo atravesaron todo. Cientos de miradas estaban clavadas en el vacío. Algunos se fundían en un abrazo para no llorar. Otros temblaban de rabia y de miedo. Casi todos eran jovencísimos. Y la mayoría había salido a las redes sociales apenas unas horas antes para romper ese silencio: la presión de tener éxito, la competencia descarnada, los casos de violaciones y acoso sexual no resueltos, la ansiedad, las drogas, la depresión y los excesos que vivían al pertenecer a uno de los centros de estudios más exigentes del país.

En noviembre fue Diego [su familia prefiere no revelar su apellido] el que decidió terminar con su vida. Dos suicidios en menos de un mes desataron la indignación de los alumnos. Y fueron ellos mismos quienes pusieron en el punto de mira la crisis de salud mental que azota a los estudiantes de la universidad. «¡No es normal!», gritó uno de ellos. «¡No es normal, no es normal, no es normal!», coreaban. Ya no era uno, eran todos. Se tomaron de las manos, se desahogaron y protestaron juntos. Nunca antes en la historia de la institución se había visto algo así. Fue el pasado viernes, justo a la mitad del periodo de exámenes finales, en el punto más álgido de las presiones del semestre, cuando los estudiantes dijeron basta.

Suicidio ITAMProtesta en el ITAM. Redes sociales

«En otoño de 2018 intenté suicidarme por la escuela y por otros factores de mi vida. Levante la mano quien ha intentado suicidarse en esta universidad»,

 » Más información en elpais.es