La Sociedad Española de Otorrinolaringología quiere aumentar a cinco segundos el tiempo entre campanadas para evitar atragantamientos con las doce uvas; la tradición que se remonta desde hace más de cien años para dar la bienvenida al Año Nuevo. El entonces secretario general de la sociedad, Mario Fernández, inició en diciembre de 2017 una campaña en change.org para cambiar la cadencia del reloj de la Puerta del Sol, que actualmente es de tres segundos. Este lapso, según escribió Fernández en la web de recogida de firmas, “no permite la masticación de la uva, ya que el tiempo se consume en la deglución”. El actual responsable, Raimundo Gutiérrez, secunda la petición, aunque es consciente de que el cambio es difícil. Algo que corrobora el relojero de Sol, Jesús López-Terradas, quien comenta por teléfono que, por cuestiones técnicas, es “imposible”.

Los facultativos advierten de que para evitar muertes como la de Tiago, el niño de tres años que se atragantó con una uva la pasada Nochevieja en Gijón (Asturias), las familias deben extremar la precaución. “Una opción es que en vez de doce uvas, se usen tres partidas en cuatro pedazos. Así, es más fácil que los menores se puedan sumar a la tradición”, mantiene Gutiérrez, quien también es el jefe de la Unidad de Otorrinolaringología del Hospital Rey Juan Carlos. El objetivo es evitar el gran número de muertes que se producen al año por atragantamientos. En 2017, más de 2.000 personas murieron por este motivo.

“Las uvas, por su forma y textura, pueden obstruir las vías respiratorias y provocar una situación de peligro que puede llevar a la muerte si no se actúa a tiempo”, comenta Gutiérrez. La rapidez a la hora de actuar es fundamental. “La víctima que es capaz de hablar, toser fuerte y respirar tiene una obstrucción leve, pero quien no puede hablar, tiene una tos débil o no tose, está luchando por respirar”, explica por correo electrónico Esther Gorjón, vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias,

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